HOMENAJE AL POETA ARGENTINO JOSE PEDRONI
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Canto al camionero nocturno

Canto al camionero nocturno
 
 
 
Hay barcos, muchos barcos, de hermosos nombres.
Nombres que no se olvidan, llegan, se van.
También hay trenes para nombrar soñando:
“El tren azul”, “El escocés volante”, “El internacional”. . .
Este va de un país a otro país.
Es como el huracán.
Hace temblar el suelo y deshoja los árboles.
Yo lo he visto pasar,
y lo he corrido con mi caballo
en clara noche, además.
Volvía con mujeres de otras tierras.
Cruzaba el campo como un gran collar.
 
 
Pero ni tren, ni barco, ni poema
tienen un nombre igual
a aquel que el camionero de mi pueblo
le ha puesto a su camión para viajar.
 
 
Trigo del año y sobre el trigo hombres
van a la capital.
“Voy hacia ti” los lleva por montes y limpiadas,
una luz roja atrás.
 
 
Labradores que están sobre el camino
oyen y dicen: “Ahí va”.
Lo dice el pescador cuando el camión
pasa el gran puente de metal,
y lo dice la niña que está sola y no duerme
porque es su tiempo de esperar.
Ella se arregla cada vez.
Sueña con la ciudad.
Si está en la puerta, deja que la luz
la deslumbre al pasar.
 
 
El camionero es joven, fuerte, valeroso.
Ama la libertad.
Tiene el viento del campo en el cabello;
el verano en la faz.
“Voy hacia ti” se llama su camión.
El camión llegará.
Su luz ciega las sombras
con un largo puñal.
 
 
El camionero es joven, ágil, animoso.
Ama la vida, ama la paz.
Tiene los ojos que no mienten;
el corazón fuerte, leal.
“Voy hacia ti” se llama su camión.
El camión llegará.
 
 
No importa que la lluvia se adelante,
que el árbol caiga, colosal;
que el motor haga alto
como la burra de Balaam. (*)
El camionero de mi pueblo
sabe esperar.
Deja que se le acerque y lo rodee
el silencio total;
pone la cara sobre el brazo y mira
un día entero o más;
dialoga con la bestia que lo observa,
sobre el bien, sobre el mal,
o se echa a dormir entre las ruedas,
como el can.
Ya se oirá decir a los que esperan:
“Ahí va; Ahí va”.
 
 
El camionero es joven, fuerte, valeroso.
Ama la libertad.
Tiene un amigo en el umbral del monte,
que agua y aire le da.
En el umbral del monte están hablando
dos hombres de verdad.
Están hablando al pie de una figura,
el guía de metal;
hablan de una paloma que se ha ido
y que hay que alcanzar.
Una mujer con niño los contempla.
Se la ve hermosa y en paz.
 
 
Ni tren, ni barco, ni poema hermoso
tienen un nombre igual
al del camión que ya atraviesa el monte
con una estrella atrás.
 
 
Va en busca de la luz entre las sombras.
La va a encontrar.
Lleva el amor bajo una blanca lona,
lleva cereal.
 
 
El camino es de liebre sorprendida;
de casa sola, aquí y allá;
de niebla echada sobre el paso
y de lejano cantar.
 
 
El hombre escucha, la mujer escucha;
la garza escucha, ángel de paz.
Todos escuchan en la noche,
hasta el muñeco de metal.
 
 
El camión va trillando las tinieblas.
El camión llegará.

 
 
(*) Balaam, profeta bíblico. El pasaje de Balaam y su burra se
encuentra en Números 22 – Vers. 21 a 27 de la Biblia. (N del E)
 
 
 
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POETA  
  Yo fui niño una vez,
pero hace mucho.
Me dormía enroscado en la vereda.
Hay una voz que todavía escucho.
Hubo una mariposa. Era de seda.

Debió pisarme
alguna vez un hombre.
Debió mirarme una mujer dolida.
Yo no me acuerdo.
No tenía nombre.
Era, me acuerdo,
como liebre herida.

Enamorada de mi sangre sola
que se dormía al sol
en cualquier trigo,
la mariposa entraba en mi corola.

Yo no sé lo que ella hizo conmigo;
pero ella iba detrás de mi amapola,
ella y la voz que me llamaba amigo.

José Pedroni - 1961
 
SITUACIÓN  
  Paloma, espiga y ancla,
a 31 grados y 25 minutos
de latitud Sur
-línea del río y la calandria-
y 60 grados y 56 minutos
de longitud,
está mi tierra: Esperanza.

Es un pequeño punto palpitante
hacia el norte del mapa;
boya del trigo verde
corazón de la pampa.

José Pedroni - 1956
 
PLOMADA  
  Cuelga de un hilo de pescar la pesa
y es un pequeño mundo,
suspendido.
Un ángel invisible la sostiene.
Señala el centro de la tierra,
herido.

Sigue su vertical,
hombre constante,
y llegarás a Dios,
hombre afligido.

José Pedroni - 1963
 
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