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Villa de María del Río Seco, dueña
de todos los poetas, tan sola, tan pequeña:
Con los ojos al cielo _cosa de cielo eres_,
traigo al hogar tu imagen: piedras, flores, mujeres. . .
Paisaje ensimismado, tierra desentendida,
aquí estás en mis ojos para toda la vida.
Aquí, camino árido; aquí, rojiza arena;
aquí, niño desnudo que me llenó de pena.
Aquí, la cruz de palo y el cacto cruciforme;
aquí, el chañar vigía sobre la roca enorme.
Aquí, la cabra griega y el asno bletlemita; (3)
el alabado olivo y la higuera maldita.
Aquí, las pocas casas al pie del pobre cerro.
(Como en los cuadros de antes, el rebaño y el perro).
Aquí, calle sin nombre, la calle de Lugones,
que sube hasta la loma prendida de cardones.
Aquí, la vieja casa donde naciera él,
con su pozo de balde y su algarrobo fiel.
(En el fondo del pozo la alta nube viajera,
y el agua, con su encanto, su suspiro y su espera).
(En el tronco del árbol la flor enamorada:
la suave flor del aire, que es una flor alada).
Aquí el pozo de balde y el algarrobo fiel;
aquí, toda la casa donde naciera él.
Umbrales de madera donde apoyó su cara.
Tierra sobre la cual alguna vez llorara.
Y el horno generoso de corazón profundo,
hecho todo de barro, con redondez de mundo.
Y la pared de adobe más linda que ninguna,
donde él, por vez primera, viera bajar la luna.
Y lo que en la pared pusimos sus hermanos,
en un lugar, sin duda, tocado por sus manos:
Veintiocho azulejos de juntas encontradas,
algunas flores sueltas y dos palmas cruzadas.
Veintiocho azulejos formando una poesía
que contiene tu nombre, ¡oh Villa de María!
Palabras nunca oídas por la poquita gente
que el mejor de nosotros dijo sentidamente.
(Entrechocadas piedras y entrelazadas flores,
loaron al maestro sus palabras mejores).
Grito de la lorada que cuando hablaba él
apareció ofrendando su rama de laurel.
Versos, como avecillas, que un ángel de verdad
quería y no podía poner en libertad.
Lágrima de la nube que la hirió en la mejilla,
echándole a volar la primera avecilla.
Soledad de la cruz en el cerro clavada.
Candidez de los niños que no decían nada.
Anuncio de los pájaros, anuncio de la tierra
que cien filas de antorchas bajaban de la sierra.
Triste presentimiento del corazón cobarde
que nunca llegarían, que llegarían tarde.
Palabras, versos, lágrimas, esperanza fallida,
aquí, en mi corazón, para toda la vida.
2
Oh, Villa de María, tan parecida a aquella
en cuyo cielo, un día, se detuvo la estrella:
Tal cual fuiste querida, tal cual fuiste cantada,
conserva por los siglos tu pequeñez honrada.
Postura de la madre de simple vestidura,
con la mirada baja, tu inmutable postura.
Al pie de la colina _loba petrificada_
eternamente guardes tu posición sagrada.
La cabellera suelta y el ademán caído,
sobre el sediento rastro de un río que se ha ido.
Oh, Villa de María, por el futuro nuestro,
conserva sin tocarla la casa del maestro.
Con un manto inviolable de la espalda a los pies,
junto a sus viejos muros eternamente estés.
Alrededor de ellos, profundo como el mar,
tu surco de silencio difícil de pasar.
Con un manto de piedra de la espalda a los pies,
imagen dolorosa de un río que no es.
Un pájaro en el hombro y una flor en la diestra,
¡oh, Villa de María, ama y tutora nuestra!
(1) Villa María del Río Seco (o Villa de María del Río Seco): Es una localidad cabecera del Departamento de Río Seco, en el norte de la provincia argentina de Córdoba, a 26 km del límite con la provincia de Santiago del Estero. Fue fundada por el marqués de Sobremonte en el año 1796. Aquí se puede visitar la casa natal y el museo del escritor Leopoldo Lugones que han sido declaradas monumento histórico nacional. (N del E)
(2) Leopoldo Lugones: (n. Villa de María del Río Seco, Córdoba, Argentina, 13 de junio de 1874 - † San Fernando, Buenos Aires, Argentina, 18 de febrero de 1938) fue un afamado poeta, ensayista, periodista y político argentino. (N del E)
(3) Asno betlemita: Se refiere a un pasaje de la Biblia (Libro 1º de Samuel C.16, V.18:20) donde textualmente se cita: ”(18) Y uno de los servidores procedió a contestar y decir: “¡Mira! He visto que un hijo de Jesé el betlemita es diestro en tocar, y es un hombre valiente y poderoso y hombre de guerra y persona que habla con inteligencia y hombre bien formado, y Jehová está con él”. (19) Entonces envió Saúl mensajeros a Jesé y dijo: “Envíame a David tu hijo, que está con el rebaño”. 20) De modo que Jesé tomó un asno, pan y un odre de vino y un cabrito de las cabras y los envió a Saúl por mano de David su hijo.” (N del E)