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"El hermano luminoso" por Jorge Torres Roggero - 2012 |
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EL HERMANO LUMINOSO (José Pedroni – 1899-1968)
por Jorge Torres Roggero (*)
El vecino poeta:José Pedroni, como Jorge Luis Borges, nació en 1899. En el centenario del nacimiento de Borges, las tubas laudatorias resonaron en el todo el mundo en alas de la globalización; sólo algunas voces en sordina se acordaron de José Pedroni. Es que era un “gringuito de la chacra” como la oligarquía bautizó a los hijos de los inmigrantes que sembraron sudor y sangre en la gleba pampeana.
Las colonias, para los recién llegados, no eran el fruto de una conquista militar sino del trabajo honrado, comunitario e incesante. En una de esas colonias, Esperanza, provincia de Santa Fe, se deslizó la vida de Pedroni. En pleno fervor vanguardista de los poetas porteños, publicó su primer libro, Gracia Plena (1925). El denostado Lugones lo llamó “hermano luminoso”
Pedroni, lejos de los forcejeos por nuevos lectores y prestigios, de las gesticulaciones de las vanguardias, desaparcibido contador de una fábrica de provincia, hombre afable y de muchos hijos, asiduo concurrente de una de las más antiguas mutuales creadas por los inmigrantes, Unione e Benevolenza, cumplió a conciencia su función en la comunidad pueblerina: ser “el poeta”. Emprende una nueva hazaña gringa, rescatar del silencio el paisaje en transformación de la llanura santafesina: el río Salado, las aves, los árboles y los nombres de los nuevos sujetos de la construcción de la identidad nacional. Desconocidos y anónimos héroes suizos, franceses, alemanes, piamonteses: “Su lengua era difícil/ sus nombres eran raros./ Los gauchos se murieron/ sin poder pronunciarlos”. A esta altura, a lo mejor cabe aclarar que, para los argentinos, los gringos no son los orgullosos conquistadores del norte, sino rudos trabajadores de la tierra, productores del pan, la carne y la leche, del alimento cotidiano.
La epopeya del pan: La poesía de Pedroni reconstruye la épica cotidiana. Hazaña de configurar, en una tierra enmarañada de churcales, una comunidad organizada. Uno de sus poemas más representativos es el que canta y cuenta el “Nacimiento de Esperanza”. En efecto, la fundación de esa colonia, hoy importante ciudad, ocurrió el 8 de setiembre de 1856. Ese dìa es la fiesta de la Natividad de la Virgen y la antífona que se reza dice: “Con tu nacimiento se alegró la tierra entera”. Pedroni toma ese tono de exultación y alabanza para configurar una especie de letanía. Textura una emocionante interdiscursividad para celebrar el nacimiento de un nuevo pueblo: “Con tu nacimiento se alegró la tierra. Fue el día de la Virgen. No fue un día cualquiera”. En ese clima de alabanza describe y relata la marcha de los hombres y mujeres llegados de lejanas tierras. Se mezclan en ellos la esperanza, el dolor de las pérdidas y la extrañeza del paisaje. Los nuevos sujetos históricos se recortan nítidos: “Este es Roberto Zéhnder que a caballo/ toma la delantera../ -¿Adónde vas Roberto Zénhder?/ -Voy al encuentro de mi tierra./ Este es Ulrico Rey y este Juan Kéller/ que le gritan ¡espera!/ Este fogoso, es Schneider, /el hacedor de estrellas:/ -¡Vengan a ver mi yunque; /oigan cómo gorjea!,/ y esta es Ana, su mujer,/ en madurez de espera./ Una calandria la enamora./ Niño varón ha de nacer de ella./ En el cuerpo del niño/ se pegará la tierra”. Así, camino de su rancho y de su árbol, van hombres y bestias: “Van en familia, lentos/sobre la tierra eterna”. Lucha del hombre por su tierra para crear generaciones.
Defensa de la tierra: Esa tierra que con las acciones, los gestos, las canciones y las actitudes de los hombres se vuelve pago entrañable, patria, debe luego ser defendida. Dos poemas que emocionan son los que cantan la lucha por el suelo que ya es geocultura. “En los muebles del viejo Stura” se celebra la resistencia a un desalojo. El 2/12/56 LA CAPITAL de Rosario bajo el título: “El lanzamiento de un colono…” cronica el movimiento de 700 personas que se dirigieron al campo desalojado y volvieron a reinstalar los muebles y enseres de Stura. El poema es impresionante porque lleva dos historias: la del viejo Stura y la de su propia familia en que madre y padre del poeta son protagonistas. Pero, además, esta densa red va entrelazada por versos de las Eglogas I y IX de Virgilio: “El viejo Stura me miraba/ como quien vuelve arrepentido./Era mi padre en medio de la calle/ con todos sus martillos./ ( Cómo se parecen/ todos los padres campesinos/ con sus brazos quebrados, /con sus bigotes de filtrar el vino)./ Tenía un eclipse de luna/ en los ojos sin brillo/ y la mano en el pecho/ como tapando un tiro”. En la “Mancha de tinta”, revive una protesta del 03/06/1864. La escena cuenta y canta el momento en que Georges Dayer, acompañado por Wendel Gietz, derrama sobre las actas una gran mancha de espesa tinta con “su puño sobre la mesa” mientras clama: “¡Defendamos la tierra! Hoy no dormí, confiesa. /Y en sus ojos se enciende una lágrima gruesa (…) ¡Defendamos la tierra, que es de Inés, de Teresa…!/ La tierra los escucha, los deja hablar, los besa”.
Entre la angustia y la pena: Ciertos poemas populares de Pedroni andan de boca en boca musicalizados por importantes músicos. ¿Quién no padeció con Mamá Angustia?: “Mamá Angustia, en la puerta,/ llora y da de mamar/ llora porque su hombre en la taberna/ se está bebiendo el jornal/ No llores, mamá Angustia, que tu niño/ bebe tu mal./ Míralo, en la luna de tu pecho,/ dispuesto a lloriquear”. Ya su primer libro, Gracia Plena,había dejado en nuestra literatura unas de las más bellas expresiones del amor a la mujer, de un erotismo pudoroso y, a la vez, sensual. Canto a la espera de las nueve lunas, al hijo por venir y la visión franciscana del viento, del fuego, el agua y la tierra. Pero también, la irradiación de una pena de amor. Recordemos la sentida canción “Papel de lija”: “Hay quien escribe cartas; / quien sale a ver la luna/ para olvidar. Yo lijo/ mi cajita de música/ Amarga es la madera/ de palo santo, dura./ Pero es como el amor/ que no muere y perfuma”. En estos tiempos, se hace difícil olvidar su poema “Las Malvinas” que concluye: “Mientras el barco patrio no ancle en sus alas,/ ella se llama Soledad”. Esta mirada alrededor, no lo desentiende, sin embargo, de la Revolución Cubana, a la que canta como epopeya universal del hombre por su liberación. En “Los ángeles barbudos”, los ángeles están junto al pueblo y dicen que “es cierto lo que el libro dice”: “…que los mansos heredarán la tierra./ Lo dicen, lo prometen/ por sus barbas desciende la promesa”.
Sus libros principales: La gota de agua (1923); Gracia Plena (1925); Poemas y Palabras (1935); 10 mujeres (1937); El pan nuestro (1941); Nueve cantos (1944); Monsieur Jaquin (1956); Cantos del hombre (1960); Canto a Cuba (1961); El nivel y la lágrima (1963).
(*) Jorge Torres Roggero nació el 23 de junio de 1938 en Córdoba, Argentina. Doctor en Literaturas Modernas. Profesor Titular de Lit. Argentina I y II en la Facultad de la Universidad Nacional de Córdoba/Argentina. Fundador del Grupo de Estudios Literarios del Cono Sur que edita la revista-libro SILABARIO. Su obra ensayística comprende numerosos títulos. Entre los más relevantes: La Donosa Barbarie, El combatiente de la aurora, Elogio del Pensamiento Plebeyo, Dones del canto y su obra más reciente Confusa Patria. Su obra poética es frecuentemente citada en el marco de los estudios sobre la generación del 60 en Argentina.
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POETA |
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Yo fui niño una vez,
pero hace mucho.
Me dormía enroscado en la vereda.
Hay una voz que todavía escucho.
Hubo una mariposa. Era de seda.
Debió pisarme
alguna vez un hombre.
Debió mirarme una mujer dolida.
Yo no me acuerdo.
No tenía nombre.
Era, me acuerdo,
como liebre herida.
Enamorada de mi sangre sola
que se dormía al sol
en cualquier trigo,
la mariposa entraba en mi corola.
Yo no sé lo que ella hizo conmigo;
pero ella iba detrás de mi amapola,
ella y la voz que me llamaba amigo.
José Pedroni - 1961 |
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SITUACIÓN |
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Paloma, espiga y ancla,
a 31 grados y 25 minutos
de latitud Sur
-línea del río y la calandria-
y 60 grados y 56 minutos
de longitud,
está mi tierra: Esperanza.
Es un pequeño punto palpitante
hacia el norte del mapa;
boya del trigo verde
corazón de la pampa.
José Pedroni - 1956 |
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PLOMADA |
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Cuelga de un hilo de pescar la pesa
y es un pequeño mundo,
suspendido.
Un ángel invisible la sostiene.
Señala el centro de la tierra,
herido.
Sigue su vertical,
hombre constante,
y llegarás a Dios,
hombre afligido.
José Pedroni - 1963 |
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