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La belleza de lo dado


LA BELLEZA DE LO DADO

Una lectura filosófica de la obra poética de José Pedroni 

Juan Ignacio Lugli (*)

 

A partir de algunas inquietudes particulares, surge la necesidad de pensar y echar alguna luz, por lo menos para nosotros mismos, en torno al fin hacia donde podría tender la acción artística en el marco de nuestro complejísimo contexto histórico, con el convencimiento de que es imposible resignificarla si antes no asumimos libremente (1) una actitud vital genuina (que siempre ha de ser telúrica).Siendo que la índole de lo humano se revela en su acción, el sentido del arte depende del Sentido que el hombre encuentre para su vida.

Y como la vida humana siempre se da en un contexto histórico determinado, considero adecuado pensar el arte realizado o a realizar por y para nosotros, iberoamericanos. En este “horizonte de comprensión”, sospecho que nuestros problemas, inquietudes e intereses diversos en torno al arte tienen que ver más con el contenido que con la figura/materia (2), por lo cual el sentido que podamos encontrarle a nuestro arte, en el caso de que lo tenga, trasciende a  las cuestiones relativas a los estilos, recursos y técnicas a utilizar; sin que esto signifique que se puede prescindir de la materia, mucho menos en las artes visuales (3).

En el prólogo a su obra Principios de la Filosofía del Derecho”, G. W. F. Hegel enseña que la filosofía siempre “llega tarde” (4) porque primero viene la palabra de los poetas, aquellos que parecen “crear mundos desde la nada”, y que suele exponerse también como religión; y por último, en el ocaso, llega el turno de la conceptualidad filosófica que busca comprender lo real manifestado.

¿Cómo rehuir a esta evidente ley histórica? Incluso la indiferencia o rechazo a toda tentativa de caer en la Selbsbewustsein no nos autoriza a obviarla. Pues, aun desde una mirada elementalse puede señalar la presencia de este lógico devenir siendo que hoy, después de Hegel, no podemos negar la historicidad como un constitutivo de lo real. El devenir histórico constituye un “modo del ser” evidente que vino para quedarse, así como, por ejemplo, llegó a ser la afirmación o negación del principio de la persona –de origen teológico cristiano–, la cual no depende solo de un posicionamiento en un punto de vista metodológico determinado ni de un raciocinio lógico-filosófico, puesto que “responde” a una cuestión profundamente humana como lo es el de la finitud. Por más que se intente “desconstruir” al Sujeto moderno o derribar todo “metarrelato”, no se podrá negar ni esquivar la presencia abrumadora de la historicidad de todo lo real; y lo que es peor, todas aquellas tendencias desconstructivas y de vaciamiento,en su proceder,confirman a dicha historicidad (5).

Siguiendo en esta línea, Máximo Chaparro, a quien le debemos todo lo que hasta hoy podemos dar en este modesto itinerario intelectual por el que transitamos, solía insistirnos en aquello de que nosotros, en tanto iberoamericanos, no atravesamos aun por el momento de la conceptualidad filosófica y que hoy, por lo tanto, primero nos corresponde escuchar la palabra de aquellos poetas que son capaces de mostrar algo de nuestra índole y potencialidades intrínsecas (las que nos advierten lo que nos corresponde ser y hacer). 

Así, el basamento vital que nutre a esta propuesta encuentra su retoño en la obra poética de José Pedroni, comprovinciano, nacido el año 1899 en la ciudad de Gálvez y que vivió en la hermosa ciudad de Esperanza hasta 1968, año de su partida.

En un dulce pimpollo se ven los destellos de una nueva lumbre que, quizás, en un demorado futuro, florecerá en su medido esplendor. ¡Un “nuevo númen”! El“númen” pedroniano. E aquí una de las pocas posibilidades viables para configurar la elementalidad regional (6) que nos constituye y resignificar nuestro mundo vital.

El desenlace subrepticio de este númen lo expongo con una noción que espera ser adecuada: la belleza de lo dado.

 

(…) Lleno de ramas muertas está el árbol

del mundo viejo.

Ya se lo ve caer en el ocaso.

El viento es fuerte y fresco.

Trae el rumor de voces

del batallón del pueblo

que a cuestas lleva el árbol y los pájaros

del mundo nuevo.

Los poetas están en el camino

y hacen allí los versos.

Están poeta, obrero y campesino

unidos en el trébol.

Hay quien sale a mirarlos en el día,

y ve que aquello es bueno.

Hay quien mira y no ve; hay quien no oye

el canto mensajero…
 

La experiencia elemental de la belleza

Para demostrar nuestro argumento en torno a la posibilidad de la acción artística en los marcos de nuestro horizonte de sentido, pedimos al lector que nos acompañe en los siguientes postulados que se asientan como los pasos a seguir para alcanzar una ajustada comprensión.

En primer lugar debemos partir de una posición natural, que es inmediata. No se trata de establecer las condiciones a priori de una determinada experiencia, sino de reconocer el momento inicial en el que despertamos a la conciencia a partir de la interpelación del ente o de la/s cosa/s (Obiectum). Son las cosas las que demandan la intervención de nuestra inteligencia, y las que nos indican lo que en realidad son, y por ende, lo que en realidad somos. 

En este contexto podemos señalar que la experiencia que se hace junto a las cosas ni bien emergen a la conciencia condiciona profundamente a sus operaciones específicas, i. e. a las operaciones de la conciencia. Entre una de estas operaciones estaría la vivencia elemental de la belleza. Y lo “elemental” es todo aquello que la conciencia puede señalar como real pero con una mínima distinción de las cosas, individualizándolas por sus razones intrínsecas. Es la instancia en donde se da el ontismo (7).

Por esta razón, la vivencia elemental de la belleza va “más allá" de lo que originariamente se entendió por “estética” y viene “más acá” de las concepciones y formas maduras de hacer arte, tal como se hicieron en las antiguas tradiciones orientales y occidentales que tanto solemos admirar.

Ahora bien, ¿por qué decimos esto?. Primero (a) porque, como se sabe, la palabra “estética” proviene de los términos griegos asqhsiz (aesthetica) y significa: “sensación”, “percepción” o “sensitivo”, “perceptivo”.

Al respecto, Ananda Kenzi Coomaraswamy, un especialista en el arte hindú y en el europeo tradicional, en un artículo intitulado ¿Una figura de lenguaje o una figura de pensamiento?, nos dice: “El original Griego de la palabra ‘estética’ significa percepción por los sentidos, especialmente por la sensación. La experiencia estética es una facultad que nosotros compartimos con los animales y con los vegetales, y es irracional. El alma ‘estética’ es esa parte de nuestro compuesto psíquico que ‘siente’ las cosas y reacciona a ellas: en otras palabras, es la parte ‘sentimental’ de nosotros. Identificar nuestro acercamiento al arte con la persecución de estas reacciones, no es hacer arte ‘bello’, sino aplicarlo sólo a la vida para el placer y desconectarlo de las vidas activas y contemplativas” (8). 

Para traducir la experiencia pedronianano nos alcanza con el horizonte semántico sugerido por el término “estética” tal como se lo utilizaba en su origen, ya que la sensación y/o la percepción humana no traen en sí todo el bagaje de contenidos que anima a la conciencia de lo bello luego de su apertura, a través de los sentidos, a toda las cosas que tiene a su alcance. Luego de esta apertura la inteligencia señala a toda singularidad en un acto de correspondencia mutua entre el ver y aquello que es visto, sin establecer prioridad alguna de uno sobre otro. Se trata de un extraño vínculo inescindible e inicial, que no reniega ni prescinde del carácter evidente de lo que se hace presente.

Si el hombre y/o las cosas no se dan esta oportunidad de presentarse el uno ante el otro, ninguna acción artística –como ninguna otra acción humana– es posible. En esta instancia es donde puede darse la captación de lo bello en su aspecto elemental, instancia que requiere de algo más que el contacto con el mundo a través de los sentidos: necesita que la conciencia en su despertar se encuentre en conformidad con las cosas y con el vivir. Por eso es que estamos convencidos de que la viabilidad de la belleza y del arte estaría sujeta a la expresión resultante de una actitud “conforme(9) con y en lo dado.

Así creemos que la belleza es posible a partir de la vivencia de filiación plena que la conciencia “experimenta” ante cualquier cosa o realidad con la que se encuentra en un determinado momento. Un poco en esto consistiría la vivencia del artista: en esa sensación de filiación o hermandad con las “cosas del mundo”comunicable en “la emoción de belleza”,de la que hablaba Leopoldo Lugones en su inmortal comentario a la obra del “hermano luminoso(10). A diferencia de quienes sostienen que el arte hoy sólo es posible a partir de una experiencia disruptiva generada por la obra realizada, nosotros decimos que la experiencia artística genuina surge más de una sensación de filiación que de conflicto.

También, esta experiencia elemental de la belleza viene “más acá” de las concepciones y formas maduras de hacer arte de las admirables tradiciones orientales y occidentales, por la razón (b) de que se da de una manera suficiente antes de la captación de la realidad a partir de forzadas “mediaciones noéticas” (11) excogitadas por la conciencia,  antes de describir lo real solo a partir de razonamientos lógicos y/o “conceptualizaciones”.
 

“Es una expresión de su sensibilidad, no de su raciocinio, su voluntad o su saber (…) Inútil añadir que el poeta no realizó todo eso analíticamente, ni lo podría hacer, pues semejantes operaciones tornarían imposible la composición. Emoción, idea y lenguaje, determináronse simultáneamente así, porque eran la emoción, la idea y el lenguaje de un poeta” (12).

 

 

Lo dado como donado

 

Como mencionamos arriba, la vivencia auténtica del artista comienza a gestarse en el primer momento en que asiente a los entes (a las cosas) como lo dado; es el momento en el cual se da la primera y auténtica filiación con lo presente.

Una vez acaecida la percatación de lo dado, la conciencia al no percibirse ni mucho menos concebirse como razón de ser de lo presente, lo asume como donado. En el comienzo está el asentimiento a lo dado y,luego, la captación de que todo ente no encuentra en otro ni en sí mismo su fundamento; luego, en la admisión de lo dado como donado, se comprende la “gracia plena”Aún más, lo donado y/o la conciencia del don puede constituirse en el fundamento a partir del cual se dan todas las experiencias humanas, y entre ellas, la de la belleza.

Ahora bien, ¿qué es eso que señala el hombre cuando menta lo donado? Lo donado es toda entidad, y ésta no es más que una presencia que está allí explicándose a sí misma, por su misma presencia. El ente es porque allí está, como presencia evidente que no requiere de ninguna otra mediación para explicarse. “Nosotros”, como seres “capaxentis” (“capaz del ente”, solía decir Nimio de Anquín), sólo sabemos que el ente como presente simplemente es, sin conocer acabadamente por qué y gracias a quiénes (13).

Martín Heidegger en un ensayo intitulado “La sentencia de Anaximandro”, nos da una idea aproximada de lo que en su sentido prístino –aquel que se encontraba en el horizonte de los poetas y primeros pensadores griegos–, se entendía por tnta (“lo ente”):

 

“La sentencia habla de la multiplicidad de lo ente en su totalidad. Pero no solo las cosas forman parte de lo ente. Además, las cosas no son sólo las cosas de la naturaleza. También los hombres y las cosas creadas por los hombres, así como los estados provocados y efectuados por el hacer y el dejar hacer humano, forman parte de lo ente. También las cosas demónicas y divinas forman parte de lo ente. Todo esto no sólo tiene tanto ser como las meras cosas, sino incluso más”(14).

 

A esto, vale agregar que la instancia en la cual el hombre participa de la riqueza que todo lo dado tiene para dar, es la del “mundo de la vida” (15). Mundo carente de certezas científicas por anteceder a todo conocimiento formal, pero nutrido de principios “objetivos” (16). Desde su “mundo vital” cada ser humano puede proyectarse y comprenderse a través de“la emoción de belleza” canalizada por la producción artística. En los resultados de esta expresión pueden reflejarse los principios (valores) que caracterizan a la realidad que el artista asume mostrar y que se constituirán en los marcos de regulación de toda acción humana, revelando que la conciencia moral es intrínseca a toda experiencia artística al enjuiciar algo luego de asentir a determinadas “cosas” y/o rechazar otras de acuerdo a su selección –sin que esto necesariamente implique que todo juicio de valor se funde en una experiencia artística ni que ésta derivase necesariamente de aquel, de un juicio de valor (17).

La obra de nuestro iluminado poeta encuentra su marco adecuado en un horizonte óntico a partir del cual surgen las primeras daciones de la conciencia emergente (18) y que serán las “condiciones de posibilidad” de la experiencia artística en su tarea de resignificación de todas las cosas a su alcance, explicitando con ello el sentido intrínseco del bagaje de contenidos proveniente del mundo de la vida; conservando “su validez fundamental”, “hasta nuevo aviso” como gusta de decir A. Schutz. El “Epos”, que a través de la voz de un poeta, señala a la realidad elemental (la única que se muestra y es posible señalar en un determinado contexto histórico) sin llegar a ser el concepto, es el fundamento del artista genuino; y sólo aquí radica la posibilidad del arte y de toda acción humana inteligente.

Pedroni, pertenece a la pequeña lista de poetas que han sabido apropiarse de la realidad y de los principios auténticos que nos vienen configurando en tanto iberoamericanos, argentinos y, especialmente, como santafesinos. Su obra nos ayuda a traducir la riqueza intrínseca de nuestra vida regional al mismo tiempo que revela lo que de transferible (para no decir “universal”) tiene el contenido de lo que señala: que la realidad o la vida es un don o, usando su expresión, una “gracia”; y a esto lo hace sin demanda de explicaciones causalistas forzadas que suelen mediar en toda experiencia elemental y que a la larga acaban por ofuscar la captación de lo presente e impedirla explotación de toda su riquezaPor ello, aquí hablamos de “don” en un sentido profano y no teológico, porque nuestra mirada elemental (óntica) sólo nos alcanza para ver a las cosas tal como se nos presentan reservándonos de todo tipo de proyección lógica y subjetiva indebida en torno a lo presente. “Somos porque somos” es lo único que podemos señalar, ya que no podemos saber si somos por “tal motivo” o a causa de “tal ser”.

En cuanto a lo que de regional tiene la poesía pedroniana no lo desvinculamos de esto último, porque estamos convencidos de que nos resultaría muy saludable asumir y participar de la conciencia del don al momento de descubrir aún nuestras cualidades, tanto las que van en detrimento propio como las que nos enaltecen; ayudándonos, a su vez, a conocer nuestras potencialidades reales y limitar las proyecciones desmedidas típicas que son siempre ficticias y, tal vez, las causas de muchos de nuestros desvaríos.

Una vez comprendido esto, viene bien que digamos algo sobre los principios que caracterizan a la obra del poeta esperancino y que se exponen en dos virtudes humanas primarias que, a su vez, se derivan de la actitud vital propia de la conciencia de don:  la alegría y el respeto.

La admiración ante lo dado/donado se la expresa con alegría, y el desconcierto que genera la vivencia del Ser como “Enigma” (19) deviene en respeto ante todo lo dictaminado en y por lo dado. Por esta razón, la virtud del hombre sencillo, del “hombre pedroniano”, encuentra su explicación en el agradecimiento y en el respeto por lo dado/donado; pues, así como el vivir es admirable, es también, desconcertante (enigmático).

 

Y volverás diciendo: -la vida es buena, es grata.

La vida ¡oh, viejo amigo!, es como una sonata…-

 

No es que el poeta ignore en sus versos a la contracara de la vida clara: al dolor, al sufrimiento, a la angustia, a la corrupción humana, al olvido, al desarraigo, a la muerte. Nada de eso. Basta con leer su obra y ver la presencia de estas dimensiones de la vida en gran parte de ella. Solo que ahí no encuentra el Sentido; porque la conciencia no puede asentir a las impresiones que vienen en detrimento de los principios que han de constituira la vida buena;

                                   Nuestros son todos los símbolos buenos

                                   En la batalla del destino humano.

 

“Porque esa poesía, que mejora el alma como exaltarla a la generosa alegría de la dicha y del bien, es una preparación de la victoria” (20)

 

No exhumes en tu pecho mi corazón de antaño,

retorcido y huraño,

que ante el milagro eterno de todo lo que existe,

es malo ser indócil y es pecado ser triste.

 

También, se pueden señalar como virtudes características del númen pedroniano a: la sencillez, el trabajo, la humildad, la amistad (para con todo lo dado), la tranquilidad, el orden (orden que se da en la connivencia con lo simple y mejor, de aquello que se tiene al alcance en el conjunto de lo dado) y la claridad del pensamiento (y es claro por perseguir siempre lo simple). Y siendo que a las virtudes no se las comprenden sin sus respectivos vicios, a aquellas hay que oponerles: el facilismo, la pereza, el egotismo, la apatía (para con todo lo dado), el frenesí, la confusión y la charlatanería (insignificante).

 

Ante la admiración de todo lo que existe, el arte honra a la vida y, de manera especial, el acontecimiento que muestra su primer momento: el nacimiento.

 

Ventana

 

¿Por qué esa luz, despierta

en el pueblo dormido?

Pensemos lo mejor:

es tan solo un olvido.

 

No sea un niño enfermo

ni un amor afligido.

La luz que no se apaga

sea un recién nacido.

 

¡La venida a la existencia puede llegar a ser la razón primera de toda  “emoción de belleza”!

 

(…) Desde que sé, oh amiga, que llevas el misterio,

tu nombre es la caricia de mi semblante serio;

del corazón me vienen palabras de alabanza,

y las manos me tiemblan ligeras de esperanza

mis manos, como niños que ríen olvidados

después de haber llorado.

Pienso vivir en calma; y he aquí que otro gusto

le siento al pan del día, que no en vano se besa,

y al agua del aljibe, y al vino de tu mesa.

Tengo los ojos nuevos, y el corazón. Admiro

las cosas más humildes, y te miro y te miro

sin hablar.

¡Oh, todo por el hijo que tengo que esperar!

Esperar… Es tan dulce la espera acompañada

para quién, siempre solo, nunca ha esperado nada.

 

Todo en la casa es suave; todo en la casa es santo.

Tu canto, lento y fácil, es un sagrado canto.

Hay un olor de espiga en mis libros leídos

y olor de santidad en tus vestidos.

Tu andar, por lo que llevas, se ha vuelto silencioso.

Tus ojos se entrecierran en límpido reposo.

Y en todo sitio dejas tu bienquerer ufano,

que se te pierde solo, como arena en la mano.

 

Oh, sepan los que sufren de lo que yo he sufrido,

cómo mi vida es mansa con lo que se ha cumplido;

cómo el milagro antiguo de Moisés y la roca

inesperadamente se repitió en mi boca;

porque en mi boca, amigos, esta palabra pura

es como el agua clara sobre la piedra obscura.

Oh, sepan los que tienen una tristeza vieja,

cómo el feliz anuncio desbarató mi queja,

y me dejó lo mismo que saco ceniciento

desempolvado al viento.

Oh, sepan los que llevan al cuello desventura,

cómo en un solo día se perdió mi amargura.

Oh, sepan cómo es fuerte mi mano apresurada,

que quiere hacerlo todo, sin saber hacer nada;

cómo mi voz es dulce, después que fue tan grave;

cómo mi amor es simple; como mi vida es suave. . .

 

“El culto de la vida, he ahí mi fórmula; lo que es decir la vida hecha amor para el espíritu, bajo las especies de verdad, belleza y bien.” (21)

 

Así pues, la obra pedroniana se pone como númen que accidentalmente revela algo de nuestra realidad:  la de ser una realidad donada (22).

 

                                               (…) Mientras en los cafés

                                               los poetas hacen su poesía,

                                               la libertad muere en la calle,

                                               sola, desconocida.

Notas:

[1] Se trata de un asumir no forzado; que no surja por coacción ni por propuestas de carácter meramente metódicas.

[2] Se nos podrá objetar que en el arte contemporáneo, caracterizado casi por completo por lo que se conoce como “arte conceptual”, lo más problemático gira en torno a la utilización de la materia/figura que del contenido. A esto decimos que en todas las artes visuales la figura/materia es tan importante aun cuando se la niegue o se la reduzca al mínimo, porque ¿qué otra manera puede tener el arte conceptual de demostrar su relevancia en detrimento de la figura/materia que no sea a través de ésta, por mínimo que sea su empleo, como decíamos antes? Además, creemos que es una materia pendiente replantear lo que en este contexto se entiende por “concepto” para seguir evitando confusiones. Para los mayores exponentes de lo que en filosofía se conoce como lógica, el concepto sería algo así como la posibilidad de lo verdadero, o el medio de exposición de lo inteligible; y esta inteligibilidad surge por una actividad intrínseca al cognoscente y por los datos que brindan las cosas del mundo. No llega a ser una cosa más del mundo, extrínseca a la cognición, ni un producto de la sola imaginación. Se trata más bien de algo que tiene que ver tanto con la inteligencia creadora del hombre como con la realidad no invadida por él. Planteamos esto porque, por allí, pareciera queaquello que solemos llamar “arte conceptual” se fundamenta más en contenidos de conciencia puramente subjetivos, intransferibles, de quienes son los que lo llevan a cabo, es decir, los artistas conceptuales, que con conceptos que señalan o definen algo de lo real.De esta manera, quien en realidad se dedica a hacer arte conceptual probablemente no llegue a proponermás que sólo ideas subjetivas o meras ficciones.

[3] “(…) El arte no depende de operaciones nuevas, sino de un fin nuevo”. MARINA, José Antonio y MARINA, Eva; “El aprendizaje de la creatividad”, Ed. Ariel, Bs. As., 2013, pág. 64

[4] HEGEL, G. W. F.; “Cuando la filosofía pinta con sus tonos grises ya ha envejecido una figura de la vida que sus penumbras no pueden rejuvenecer, sino sólo conocer; el búho de Minerva recién alza su vuelo en el ocaso.”, en Principios de la filosofía del derecho; trad. Juan Luís Vernal, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004, pág. 20

[5]Lo construido fuera del orden del tiempo, o es caduco o irracional o es teratológico, o es las tres cosas a la vez. Cuantas veces América ha querido vencer al tiempo, solamente ha logrado manifestaciones situadas fuera del orden de la razón, que se traducen o en la anarquía sudcentroamericana o en el gigantismo del Norte. Todo lo que en América es copia de Europa es ana-crónico porque el ritmo temporal de la vida en una y otra es fundamentalmente distinto. La desdicha de América ha sido pretender vencer al tiempo, lo cual es imposible, porque ello implica la violación del devenir necesitante de la Naturaleza.” DE ANQUÍN, Nimio; texto inédito. La historia, o las etapas y edades de los pueblos siguen las leyes naturales de la vida. “La obsesión de los americanos europeizantes ha sido y es eliminar esta fatalidad de lo auténtico, pero ello es una tarea contra-Natura, porque el orden del tiempo es invencible, es incontrastable, es necesario”, Ibidem.


[6]“El americano es un elemental”;DE ANQUÍN, Nimio; El ser visto desde América, en Ente y Ser. Perspectiva para una filosofía del ser naci-ente, Ed. Gredos, Madrid, 1962,págs. 66-67. Este texto puede leerse y descargarse, también, en www.nimiodeanquin.com.ar

[7] Para explicar qué entendemos por “ontismo” véase DE ANQUÍN, Nimio; Lugones y el ser americano, Cuadernos-Leopoldo Lugones, N° 1, Instituto de Estudios Lugonianos, Córdoba, 1980, pág. 10

[8] COOMARASWAMY, Ananda K.; ¿Una figura de lenguaje o una figura de pensamiento? en Artículos Selectos. Arte y simbolismo tradicional, edición digitalizada, págs. 19-21. Si bien no estamos del todo de acuerdo con el autor en lo que, al parecer, es su intención de recuperar la fundamentación que del arte poseen las tradiciones de la antigüedad hindú y cristiano medieval (i. e., como virtud intelectual y relacionado con el conocimiento), creemos que este punto de vista arroja mucha luz al momento de considerar la situación crítica por la que atraviesa el arte contemporáneo.

[9] A partir de esto nos surge como necesidad imperiosa tratar de realizar, en otro momento,un análisis más minucioso en torno al tema de si en la captación de lo bello no es posible, también, una captación de la forma. Nada tiene que ver esto con una actitud “conformista”, reprimida, conservadora y sin creatividad.

[10] “Verdadero poeta es uno que nos comunica la emoción de belleza por medio del lenguaje musical”. LUGONES, Leopoldo; El hermano luminoso publicado en José Pedroni. Obra poética, Editorial de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1999, pág. 614

[11] Cfr. DE ANQUÍN, Nimio, “Cognición, conocimiento, extrapolación, alienación y sabiduría”, Ídem., págs. 122-152

[12] LUGONES, Leopoldo, op. cit., pág. 618

[13] DE ANQUÍN, Nimio; De las dos inhabitaciones en el hombre, editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1971, págs. 8-9. También en www.nimiodeanquin.com.ar

[14] HEIDEGGER, Martín; La sentencia de Anaximandro, en Caminos del bosque; Editorial Alianza, Madrid, 2005, pág. 246

[15] Tomando prestado esta noción de Edmund Husserl y de su discípulo Alfred Schutz, Máximo Chaparro nosenseñaba que el mundo de la vida cotidiana es fuente de todo contenido de conciencia y, por ende, de toda experiencia humana, tal como seexponen en las cosmovisiones de las diversas culturas.

[16] En la interesante obra “Las estructuras del mundo de la vida”, Alfred Schutz habla del “mundo de la vida como fundamento incuestionado de la concepción natural del mundo”; concepción que se sustenta en lo que de precientífico tiene el mundo de la vida cotidiana de la cual emergen las primeras “objetividades”, aunque no aún las propias que perseguirá el conocimiento científico de manera más restringida. Dicha “concepción natural del mundo” resulta ser objetiva porque su contenido no deja de ser “circundante, común y comunicativo”. SCHUTZ, Alfred y LUCKMANN, Thomas; Las estructuras del mundo de la vida, Ed. Amorrortu, Bs. As., 2003

[17] “1°) Es el ser moral del hombre y la vigencia de sus principios. / 2°) No es el ser psicológico-fenoménico, que solamente considera la génesis de sus aconteceres. / 3°) Es un ser receptivo-activo que valora sus impresiones y las retiene o no, incorporándola a sí mismo o rechazándola de sí mismo. / 4°) No se trata, pues, de aprehender pensamientos, sino de recibir impresiones, pero no indiscriminadamente sino valorativamente. / 5°) Hay, pues, en la conciencia activa una actividad judicativa, pero, el juicio que de allí resulta, no es de acuerdo a la verdad o falsedad de conceptos organizados en proposiciones, sino de impresiones valoradas. La conclusión de este tipo de juicio no es verdad o falsedad, sino presencia o no presencia. / 6°) La valoración de la validez de la presencia proviene de un acto de asentimiento que dice que la presencia es real, pero no si es verdadera o falsa. / 7°) Si el juicio valorativo asiente que la presencia es real la asume a su patrimonio, y si no, la rechaza. Como la asunción o el rechazo no son lógico-judicativo, sino “asuntivos”, no se traducen en fórmulas de inmediato, sino en actitudes que, a la larga, pueden constituir un “estado”. DE ANQUÍN, Nimio; Encaminamiento-Conciencia (Gewissen) , publicado en Escritos Políticos, por el Instituto Leopoldo Lugones, en Santa Fe, 1972, págs. 71-72. También puede leerse y descargarse el texto en www.nimiodeanquin.com.ar. En relación a esto dirá Lugones: “La estética contiene en su nombre a la ética. Se miente belleza como se miente verdad, y todo ello es una sola miseria”. LUGONES, Leopoldo; op. cit., pág. 616.
 
[18] Las “daciones” o “datos” de la conciencia pueden ser tanto un producto de elaboración propia (es decir, que sea generado por la conciencia misma), como el resultado del encuentro de ella misma con “lo ente” (esto es lo propio de una conciencia que señala y se atiene a las cosas).

[19] “El Mundo aparece, podría decirse, bajo un doble aspecto: el Mundo es un Enigma, pero también un Misterio. Enigma en tanto Objeto que se manifiesta, se dice, y hay que volver a decir, en un proceso inacabado. Misterio, en tanto hay un plus, que redime y salva, según los mitos de las grandes religiones(…) Que el Mundo es un Enigma Insondable lo saben de sobra los científicos y los filósofos, por su trabajo, y todos los seres humanos, por el escenario de su vida cotidiana”.CHAPARRO, Máximo; Las creencias y el “mundo de la vida”, conferencias presentada en la Sociedad Argentina de Filosofía (SAF), en Córdoba, 2009.

[20] LUGONES, Leopoldo; op. cit., pág. 617

[21] LUGONES, Leopoldo; Nuevos estudios helénicos, 1924, págs. 242-243; citado por DE ANQUÍN, Nimio en Lugones y el ser americano,op. cit., pág. 16

[22]
Cfr. DE ANQUÍN, Nimio; Derelictisumus in mundo, publicado en “Ente y Ser. Perspectiva para una filosofía del ser naciente”, op. cit., págs. 29-38


(*) Juan Ignacio Lugli es licenciado en Filosofía y dicta las cátedras “Filosofía de la Naturaleza” en el Instituto Superior Particular Incorporado Nº 4031 “Fray Francisco de Paula Castañeda” de la ciudad de Santa Fe y "Filosofía" en el Profesorado de Nivel Superior - sede Santa Fe - de la Universidad de Concepción del Uruguay.

 
 
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Me dormía enroscado en la vereda.
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Debió pisarme
alguna vez un hombre.
Debió mirarme una mujer dolida.
Yo no me acuerdo.
No tenía nombre.
Era, me acuerdo,
como liebre herida.

Enamorada de mi sangre sola
que se dormía al sol
en cualquier trigo,
la mariposa entraba en mi corola.

Yo no sé lo que ella hizo conmigo;
pero ella iba detrás de mi amapola,
ella y la voz que me llamaba amigo.

José Pedroni - 1961
 
SITUACIÓN  
  Paloma, espiga y ancla,
a 31 grados y 25 minutos
de latitud Sur
-línea del río y la calandria-
y 60 grados y 56 minutos
de longitud,
está mi tierra: Esperanza.

Es un pequeño punto palpitante
hacia el norte del mapa;
boya del trigo verde
corazón de la pampa.

José Pedroni - 1956
 
PLOMADA  
  Cuelga de un hilo de pescar la pesa
y es un pequeño mundo,
suspendido.
Un ángel invisible la sostiene.
Señala el centro de la tierra,
herido.

Sigue su vertical,
hombre constante,
y llegarás a Dios,
hombre afligido.

José Pedroni - 1963
 
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