Mi escuela de Gálvez (*)
Mi escuela, aquella escuela, no tenía
ni nombre ni linaje, y ya no existe.
Si digo que la quise, mentiría.
Fue ella quien amó a su niño triste.
Para alegrarme abría su ventana
por donde entraba el campo con su aroma;
se ponía a reír en la campana
o se echaba a volar con la paloma.
Si digo que la quise no diría
que nunca le llevé ninguna cosa,
que siempre le quité lo que tenía.
Pudo llamarse escuela de la rosa,
porque daba su flor y sonreía,
abría su ventana y era hermosa.
(*) Dedicado por el autor a la Escuela Fiscal Nº 290 donde hizo sus primeras letras y leído por él mismo en el acto de clausura de la Asamblea Latinoamericana de Educación, el día 16 de setiembre de 1965, en Santa Fe. (N del E)
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