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Romancillo de Santa Teresita |
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Romancillo de Santa Teresita
1
Las cuatro campanas
repican, repican.
Viene un denso río
de gente sumisa.
Sobre el río, en alto,
Santa Teresita.
Más alto, palomas
mareando la vista.
Más alto, una nube. . .
¡Que nube más linda!
La cara pecosa,
duras las rodillas,
el mismo peinado,
la misma camisa,
detrás de la virgen
que parece viva
van los dos hermanos
que sirven la misa.
¡Ay, cómo le cantan!
¡Ay, cómo la miran!
Si no fuera santa,
qué preciosa niña.
Si no fuera santa,
qué novia más linda,
con esa blancura,
con esa sonrisa,
con esa garganta,
con esa mejilla,
con esas palomas
¡ay, recién nacidas!
Cuyas madres vuelan
arriba.
El mismo peinado,
la misma sonrisa,
la misma medalla
bajo la camisa;
en el alma, oculta,
la misma desdicha.
Los hermanos barren
la iglesia vacía.
Rayo de colores
bajo de la ojiva,
rayo de colores
sobre la hornacina.
Toca de la santa
se muda en mantilla.
Manto que la cubre
en falda encendida.
Rosas que le diera
su hermana Celina
son rosas que al rostro
se lleva festiva.
Labios que se mueven.
Pecho que respira.
Si no fuera santa,
¡ay, qué bailarina!
Si no fuera santa,
¡cómo bailaría!
2
Amor de esa clase
Dios no lo quería.
¡Qué hacer de tus niños,
Santa Teresita!
Mejor a tus niños
llevarlos arriba!
Por los caminitos
del cielo suspira,
guardada de ángeles,
Santa Teresita.
A lo lejos pasa
la virgen María
seguida de vagas
figuras en fila.
Espada imponente
del arcángel brilla
con pájaro al hombro
San Francisco mira.
No sé lo que hicieron.
Me fui de la villa.
Canto de camino
conmigo se iba:
“Morirán mañana.
Mañana es el día.
Morirán dejando
la iglesia barrida.”
Me fui de aquel pueblo.
Dios proveería.
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POETA |
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Yo fui niño una vez,
pero hace mucho.
Me dormía enroscado en la vereda.
Hay una voz que todavía escucho.
Hubo una mariposa. Era de seda.
Debió pisarme
alguna vez un hombre.
Debió mirarme una mujer dolida.
Yo no me acuerdo.
No tenía nombre.
Era, me acuerdo,
como liebre herida.
Enamorada de mi sangre sola
que se dormía al sol
en cualquier trigo,
la mariposa entraba en mi corola.
Yo no sé lo que ella hizo conmigo;
pero ella iba detrás de mi amapola,
ella y la voz que me llamaba amigo.
José Pedroni - 1961 |
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SITUACIÓN |
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Paloma, espiga y ancla,
a 31 grados y 25 minutos
de latitud Sur
-línea del río y la calandria-
y 60 grados y 56 minutos
de longitud,
está mi tierra: Esperanza.
Es un pequeño punto palpitante
hacia el norte del mapa;
boya del trigo verde
corazón de la pampa.
José Pedroni - 1956 |
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PLOMADA |
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Cuelga de un hilo de pescar la pesa
y es un pequeño mundo,
suspendido.
Un ángel invisible la sostiene.
Señala el centro de la tierra,
herido.
Sigue su vertical,
hombre constante,
y llegarás a Dios,
hombre afligido.
José Pedroni - 1963 |
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