Centinela
El centinela no ocupa una garita, sino que cómo un
querubín colocado en lo alto, se acomoda sobre la
copa del árbol a una altura como de veinte pies del suelo.
Hutchinson. “Bs. As. y otras provincias argentinas”, 1866
Llegado yo con ellos a la tierra de su destino. . .
Aarón Castellanos. “Colonización en
Santa Fe y Entre Ríos”. Rosario, 1877
Tengo el alma de el pequeño vigía lombardo.
También la tuvo quien un día fue
centinela de árbol.
Pocos saben qué bien se está allá arriba
con el viento y los pájaros.
Para tocar la cara de la luna,
tuve mi pino, mi álamo.
Para viajar hasta encontrarte, dulce,
tuve mi ombú, mi barco.
Yo fui como en hornero
con su casa y su canto.
De ojos cazadores y voz gruesa
era Aarón Castellanos.
¿Cuál fue el niño que tuvo la alegría
de ser por él alzado;
de obedecer su orden de registrar la tierra:
“¡Sube! Mira quien pasa por los campos”?
-Pasan las carretas, Una. . . dos. . . tres . . .,
hasta veinte pasan, chillando.
Para viajar hasta encontrarte, dulce,
tuve mi ombú, mi barco.
Pocos saben qué bien se está allá arriba
con el viento, viajando.
Se ve a los hombres trabajar sin queja,
aquí y allá, doblados,
y pasar las mujeres silenciosas,
como las quería Pablo.