Familia
“Su mujer, María Paciencia”.
(Contrato de viaje de Juan Grenón).
“Se espera en la presente luna la incursión de los indios”.
(Aviso de la época).
Juan Grenón duerme en el suelo, vestido;
duerme Pedro Gregorio;
duermen Félix e Ignacio;
duerme Teodoro;
duerme Filomena;
duerme Adelina con su pelo de oro. . .
Sólo tú, María Paciencia,
madre de todos
-madre de tus hijos,
madre de tu esposo-,
tienes en la puerta,
redondos, los ojos.
Luna de la selva
sube entre algarrobos;
luna del Salado,
amarilla de aromos.
Juan Grenón duerme en el suelo, vestido.
Quiere despertarse. Te busca
con sus brazos dormidos.
Ha tocado el hacha,
que es un rostro frío;
el hacha y la pala
sobre el duro piso.
-Madre, ¿dónde estás?
Madre, ¿me has oído?
Acuéstate, madre,
que no crece el trigo.
Con sueño profundo
respiran los hijos.
Juan Grenón duerme sobresaltado, y sueña.
Quiere despertarse. Te nombra
con la boca en la tierra.
-Madre, ¿dónde estás?-.
Nadie le contesta.
El hacha y la pala
junto a su cabeza.
Por el suelo, echados,
hijos y herramientas.
Juan Grenón duerme sobresaltado, y sueña.
Quiere despertarse.
Algo no lo deja.
Luna del Salado
viene amarillenta.
Una luna grande
de sol y de arena.
Sobre el rancho sube
cada vez más bella.
Entre tabla y tabla
ya entra.
Es como una lanza
clavada en la puerta.
No puedes moverte,
María Paciencia.
Por el suelo echados,
hijos y herramientas.
Juan Grenón duerme a tus pies, boca abajo.
Por el suelo frío
te busca, soñando.
Quiere despertarse.
-Todo está sembrado-.
Quiere despertarse.
-Que grande era el árbol-.
Quiere despertarse.
-Todo está sembrado-.
Quiere despertarse.
-El río, qué amargo-.
Quiere despertarse.
-¿Quién llora a mi lado?-.
Quiere despertarse.
-Madre, ¿estás llorando?-.
Quiere despertarse.
-Todo está sembrado-.
Quiere despertarse.
-¿Quién llora en el rancho?
No llore el que llora,
que duerman los pájaros-.
Quiere despertarse.
-Todo está sembrado-.
Quiere despertarse.
-¿Quién llora en el rancho?
No llore, que el trigo
no crece en el campo-.
Juan Grenón duerme sobresaltado, y sueña.
Quiere despertarse. Te busca
palpando la tierra.
-Madre, ¿dónde estás?.
Madre, ¡no contestas!-.
¡Dobla tus rodillas,
María Paciencia!
Luna del Salado
no es la que tú piensas.
Échate en el suelo
de pies a cabeza.
Échate en el suelo
junto al que te espera,
que en trigo no crece
cuando estás despierta.
Échate en el suelo
con las herramientas.
Deja que la luna
haga lo que quiera:
te huela el cabello,
te lama las piernas,
te mire a los ojos
y se vaya, bella.