Que distinta es la luna de la fábrica
de todas las demás:
luna dormida en el campo,
luna despierta en el mar,
luna subida a los árboles,
luna echada en el umbral.
La luna de la fábrica parada
no es luna de verdad.
Entre los hierros, jirones
de luna que ya no está;
en los dientes de las máquinas,
alguna prenda lunar.
Es lo que deja la sierpe (*)
que se desnuda y se va;
el pez,
si logra escapar;
la novia,
casada ya;
el vestido de la novia,
nada más.
Sereno, razón tendrías
de contestar,
entre barrote y barrote
tu cara de soledad:
_La luna de mis espaldas
es de sal.
¡Dejadme mirar al pueblo
con su luna de verdad!
La luna de pies desnudos,
sola, se ha puesto a bailar;
sigue a la última niña
y la besa en el portal;
les da la mano a los hombres
que se van. . .
_Mejor es la noche obscura;
mi casa en la obscuridad.
(*) Sierpe: Serpiente. El poeta alude al cambio de piel anual de las serpientes. (N del E)