HOMENAJE AL POETA ARGENTINO JOSE PEDRONI
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Canto del companero de ruta

Canto del compañero de ruta

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Dejadme marchar con vosotros,
poetas surgidos del pueblo;
dejadme ser vuestro compañero de ruta
en mi último trecho.
 
 
No quiero quedarme olvidado
en el mundo viejo.
Quiero marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.
 
 
Dejadme ser vuestro compañero de viaje.
Vengo de lejos.
Mirad aquel confín de piedra y humo;
aquel desierto.
 
 
Para alcanzaros en la marcha
me aligeré de todo peso.
Tuve que atravesar mi propia noche
de extremo a extremo;
abrirme paso entre las ramas negras
de un bosque seco. . .
Para alcanzaros en la ruta
del aire fresco.
 
 
He llegado por fin;
pero estoy por el suelo.
Ayudadme a ponerme de pie,
poetas surgidos del pueblo;
llevadme donde el agua;
dadme vuestro pañuelo;
enseñadme un lugar de trigo joven,
para echarme de pechos,
y dejadme dormir mi primer día
en vuestro día nuevo.
 
 
Una paloma que me guía, blanca,
será mi hermoso sueño;
la paloma que espera y se adelanta,
de cortos vuelos;
la paloma que todos hemos visto
una vez por lo menos;
que se recuerda como un ángel,
el ángel bueno.
 
 
Al despertarme, no digáis de mi
ni esto ni aquello.
Atrás dejé la noche del pasado,
y ya no la recuerdo.
Si algo queréis decir,
decid: -Ha llegado el buen viejo.
Decid: -Quiere ser nuestro compañero de ruta;
quiere que lo llevemos;
quiere marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.
 
 
Atrás eché los fardos del pasado.
Ya no los siento.
No me dejaban ver las cimas. . .
Me he librado de ellos.
Como la planta sin la piedra,
estoy derecho.
Y ahora quiero marchar con vosotros,
hacer vuestro camino
de sol y nacimiento,
de trigo y bosque rescatados
y de gallos que cantan en los techos.
 
 
Dadme la voz, que es tarde.
Pronto, que se va el tiempo.
Sobre la ruta estoy con mi caballo.
No puedo contenerlo.
Toda la noche contemplé las luces
de la ciudad sin miedo.
Está allí, junto a un río,
donde el trigal se encuentra con el cielo.
Porque voy a alcanzarla y a perderla,
quiero llegar con los primeros.
 
 
Lleno de ramas muertas está el árbol
del mundo viejo.
Ya se lo ve caer en el ocaso.
El viento es fuerte y fresco.
Trae el rumor de voces
del batallón del pueblo
que a cuestas lleva el árbol y los pájaros
del mundo nuevo.
Los poetas están en el camino
y hacen allí los versos.
Están poeta, obrero y campesino
unidos en el trébol.
Hay quien sale a mirarlos en el día,
y ve que aquello es bueno.
Hay quien mira y no ve; hay quien no oye
el canto mensajero,
y hay quien se hace a la calle
para alcanzar el trueno
de la marcha de hoces y amapolas.
Yo soy uno de estos.
Mi puerta queda abierta
y la golpea el viento.
 
 
¡Dejadme ir con vosotros,
compañeros!

 
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POETA  
  Yo fui niño una vez,
pero hace mucho.
Me dormía enroscado en la vereda.
Hay una voz que todavía escucho.
Hubo una mariposa. Era de seda.

Debió pisarme
alguna vez un hombre.
Debió mirarme una mujer dolida.
Yo no me acuerdo.
No tenía nombre.
Era, me acuerdo,
como liebre herida.

Enamorada de mi sangre sola
que se dormía al sol
en cualquier trigo,
la mariposa entraba en mi corola.

Yo no sé lo que ella hizo conmigo;
pero ella iba detrás de mi amapola,
ella y la voz que me llamaba amigo.

José Pedroni - 1961
 
SITUACIÓN  
  Paloma, espiga y ancla,
a 31 grados y 25 minutos
de latitud Sur
-línea del río y la calandria-
y 60 grados y 56 minutos
de longitud,
está mi tierra: Esperanza.

Es un pequeño punto palpitante
hacia el norte del mapa;
boya del trigo verde
corazón de la pampa.

José Pedroni - 1956
 
PLOMADA  
  Cuelga de un hilo de pescar la pesa
y es un pequeño mundo,
suspendido.
Un ángel invisible la sostiene.
Señala el centro de la tierra,
herido.

Sigue su vertical,
hombre constante,
y llegarás a Dios,
hombre afligido.

José Pedroni - 1963
 
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