Saludo a Waldo Frank (1)
Yo debí en esta ocasión, por respeto
al maestro, al mejor,
quedarme callado,
o cuanto menos leer un soneto
que no dijera nada.
Todos en posición de oir
alrededor de la mesa alumbrada
por el más grande en el dolor,
por el más viejo en servir.
Callados esta vez
-me dije-, y con el cuerpo
doblado, a los criollo, sobre los pies.
Alrededor de su corazón,
como del fuego
sólo nuestra respiración.
Pero en mi interior, impetuosamente,
se lastimaba un caudaloso amor
de conversar acerca del mundo
con el hermano mayor;
de ser irreverente
a su dolor profundo.
Por qué no decir –me dije- lo que pienso
de su país inmenso;
cuál es nuestra esperanza,
cuál nuestra fe,
cuál nuestra discrepancia.
Decirle: -Maestro,
he aquí lo bueno tuyo;
he aquí lo malo nuestro.
Esta es tu mies;
éste es tu yuyo.
Waldo Frank, hermano mayor, amigo:
Levanto mi mirada a tu mirada
fuerte como el sol, y te digo:
-La tierra está de sangre traspasada.
Sangre humana en los pies.
Sangre humana en la cara.
Culpa del hecho inglés.
Culpa del hecho americano.
Culpa del hecho teutón.
Culpa del hecho romano.
Culpa de todos:
culpa mía
por el mal uso que hice de mi don;
culpa del semejante, en cobardía;
culpa del moralista
de la mala moral,
la de John progresista, (2)
gran ladrona de pan.
Waldo Frank, hermano mayor, hermano;
en la noche del mundo, en esta misma hora,
oigo caer en llamas, como estrellas,
los grandes aeroplanos,
y oigo decir a las madres hambrientas,
rostro con rostro, los ojos levantados:
-Caen millones de naranjas
que queman las manos;
millones de muñecas
se están quemando.
Veo huir a los niños
a través de los campos,
corridos por las flores que se abren
de golpe en el espacio,
y que descienden
con movimientos blandos,
y se deshojan,
mortales, en los pastos.
Por todas partes niños que huyen
de las flores de trapo.
Oigo el clamor del hambre,
y miro hacia el trigal de nuestros campos.
Veo correr los niños
y me muerdo las manos.
Waldo Frank, hermano mayor, hermano:
En la noche fecunda, rumbo al alba,
contigo estamos;
contigo en la batalla
con los símbolos malos;
por la libertad del mar de dar su pez
y el surco su grano.
Nuestros son todos los símbolos buenos
en la batalla del destino humano.
Nuestro el poncho
del gaucho;
nuestra el hacha de Withman, (3)
multitudinario;
nuestra la máscara revolucionaria de Chaplin, (4)
terror de los tiranos;
nuestro el cuerpo luminoso
de Isadora Duncan, danzando; (5)
nuestra la máquina creadora
de Stieglitz, gran anciano. . . (6)
A tu lado, sin miedo,
marchamos,
al encuentro de Dios,
a través del caos.
Contigo hacia la supervivencia en una paz
que no hemos conocido,
que ciertamente nadie ha conocido:
la paz nacida del amor;
la paz verdadera;
la paz sin castigo;
la paz concertada de dolor a dolor.
Waldo Frank, hermano mayor, hermano;
¡nuestra columna avanza!
Pagaremos el “precio de la Noche
para heredar el Alba”.
-Si el día se embellece con la espera,
sea la noche larga-.
Por el amor del hombre
ganaremos el alba:
el alba para todos;
el alba universal;
el alba buena;
el alba del pan igual;
el alba sin frío;
el alba de la buena sal;
el alba pura;
el alba de la libertad total.
(1) Waldo David Frank (Long Branch, Nueva Jersey, 25 de agosto de 1889 - 9 de enero de 1967), novelista, hispanista e hispanoamericanista estadounidense. (N del E)
(2) El autor se refiere a las finalidades de la “South Improvement Company” (Sociedad del progreso) fundada por John D. Rockefeller en 10 de mayo de 1871. (N del E)
(3) Walt Whitman (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 – Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892), fue un poeta, ensayista, periodista y humanista estadounidense. (N del E)
(4) Charles Spencer Chaplin Jr. KBE (Londres, Inglaterra, Reino Unido, 16 de abril de 1889 – Corsier-sur-Vevey, Suiza, 25 de diciembre de 1977) fue un actor, director, escritor, productor y compositor británico. (N del E)
(5) Dora Angela Duncan, conocida como Isadora Duncan (San Francisco, 27 de mayo de 1878 - Niza, 14 de septiembre de 1927) bailarina estadounidense de reconocido talento y fama. (N del E)
(6) Alfred Stieglitz (1 de enero de 1864 – 13 de julio de 1946) fotógrafo estadounidense que durante sus cincuenta años de carrera luchó por hacer de la fotografía una forma de arte al nivel de la pintura y la escultura. (N del E)