Aarón se lleva una niña
Un dato de mal desenlace personal me refirió mi padre
acerca de la desvinculación del fundador, y fue de haberse
retirado de la Colonia con una joven, de las fundadoras . . .
Este lunar . . . explicaría el misterioso silencio de su ocaso.
P. P. Grenón. “La ciudad de Esperanza”.
Córdoba. 1945. Tomo II. Página 157.
Separado de la tierra
que era su muerte y su vida,
camino de tarde sola
Aarón se lleva una niña.
Para contemplarla cielo,
para peinarla gramilla,
para deshojarla flor
y para cantarla espiga.
El trigo se ha puesto pálido.
Para no mirar, se inclina
sobre perdices que cantan
con dulce inocencia antigua.
El lino, hermano menor,
vergüenza de flor sencilla
llora en redor de las casas,
todas blancas y escondidas.
Y la vaca muge y muge
hacia el lado de la cría
para que venga a quitarle
su peso de leche tibia.
Sólo el río sigue un trecho
a quien se lleva la niña,
entregada por la tierra
como parte de sí misma.
. . . Para que la toque hierba,
para que la cuide viña,
para que la tome flor,
para que la cante espiga.