Péter y Ana
De los pobladores de Esperanza, naturales de
Hintertíefenbach (Alemania). Peter murió de
pena a los catorce días de su llegada. .
1
No hay una caja para Péter Zímmermann
muerto en la madrugada.
-Los ataúdes de Hintertíefenbach
eran de pino y haya-.
Anna Elísabeth Léiser
está vaciando el arca.
Sin hablar, sus tres hijos
míranla arrodillada.
Por el suelo la ropa, los retratos,
la Biblia deshojada.
No hay un lugar para velar al hombre
muerto en la selva bárbara.
-En nuestra casa de Hintertíefenbach
que bien se estaba-.
En un lecho de hierba a Péter Zímmermann
le han tapado la cara.
Ana Elísabeth Léiser
está muda y sin lágrimas.
Pedro, Santiago y Margarita
míranla ensimismada.
No hay corona de flores para el hombre
muerto de pena amarga.
-Ramas de tilo de Hintertíefenbach
daba gusto cortarlas-.
Pedro, Santiago y Margarita
tienen las manos arañadas.
No hay campanas que doblen por el hombre
muerto de pena amarga.
-En los entierros de Hintertíefenbach
las mujeres cantaban-.
Pedro, Santiago y Margarita
llevan a pulso el arca.
Por el monte la voz de la paloma
los sigue, desolada.
No hay un hoyo en la tierra para el hombre
muerto de pena amarga.
-El cementerio de Hintertíefenbach
era de tumbas blancas-.
Pedro, Santiago y Margarita
cavan y cavan.
Seca es la tierra virgen.
Duro es el suelo de la pampa.
Anna Elísabeth, inmóvil,
oye caer la tierra sobre el arca.
Su mano abierta muestra
una llave dorada.
2
No hay una cruz para ponerle flores
al hombre que descansa.
Repartida la tierra. Péter Zimmermann
duerme en la calle ancha.
Ruedas y bestias pasan todo el día
sobre la tumba llana.
Carros ruidosos que derraman trigo;
caballos y guitarras.
-Blancas, las tumbas de Hintertíefenbach
unas con otras se tocaban-.
Anna Elísabeth Léiser
llora en la calle árida.
Sobre la tierra removida llora
su pena despeinada.
Nuestra casita de Hintertíefenbach
estaba junto al agua-.
Tierra en la boca, tierra en el cabello,
tierra en toda la cara.
Como los niños, llora sobre el brazo,
en la calle, tirada.
-Teníamos un huerto de cerezos.
Estaba junto al agua-.
Margarita a través de los trigales
viene por ella, pálida.
Ya la levanta; ya le dice, dulce:
-Madre, vamos a casa.
Son aquellas que al fondo del camino
se borran, enlazadas.