La mancha de tinta
“. . .de protestar contra el deslinde de la Colonia y mandar
una comisión a Santa Fe, la que se presentará al Juez. . . a
fin de que se haga dar a la Colonia lo que le pertenece”.
Acta del consejo de Esperanza del 3 de junio de 1864.
Hay en el libro de actas una gran mancha, espesa.
Es de Georges Dayer, de su puño en la mesa.
¡Defendamos la tierra! Hoy no dormí –confiesa-.
Y en sus ojos se enciende una lágrima, gruesa.
De un lado están los hombres de la banda alemana;
del otro los franceses; afuera, la mañana.
“¡Defendamos la tierra, que es de María, de Ana. . . !”
La tierra, que es mujer, mira por la ventana.
Dayer, hablando a solas, a su campo regresa,
y Wéndel Gíetz al suyo. Van a noche traviesa.
“¡Defendamos la tierra, que es de Inés, de Teresa. . . !”
La tierra los escucha, los deja hablar, los besa.