Precio
“. . . el cual vendió su tierra por una damajuana de vino.”
Iba a decir tu nombre, pero tu nombre es triste.
Guárdelo para siempre la tierra que ofendiste.
Tú eres ese que viaja todo el día extraviado,
la damajuana al hombro como un niño sentado.
Y a quien en vano espera junto a la tierra arada
una mujer que sabe que está sola y sembrada.
Tú eres ese que vaga con el rumbo perdido,
cayéndose y alzándose como un soldado herido.
Y que en la hierba húmeda finalmente se acuesta,
y duerme hasta la aurora con el búho y la bestia.
Tú eres ese que ahora piensa en la esposa fiel
y llora bajo el árbol que llora sobre él.
Tú eres ese que ahora no sabe qué pensar;
que se mira las manos y que vuelve a llorar.
Iba a decir tu nombre, pero tu nombre es triste.
Guárdelo para siempre la tierra que perdiste.