La brasa
Ni el primero ni los últimos encontraban medios
de soltar aquella brasa que los quemaba.
Aarón Castellanos, “Colonización en
Santa Fe y E. Ríos”. Rosario, 1877
Alabemos las manos quemadas por la brasa.
Manos de Urquiza, fuertes, y de Cullen, sin tasa.
Manos del fundador expuestas al gentío,
para que las leyeran, con su pampa y su río.
Manos de Juan María Gutiérrez en la loma,
soltando y recibiendo la carta y la paloma.
Manos de labradores: Jácob, Dayer, Grenón. . .
Manos de todas las mujeres en oración.
Manos de Joseph Favre que ordenaron el canto
y la espera; que dieron lento compás al llanto.
Manos de Pierre Gazpoz, colono y molinero,
enteramente blanco como un dios verdadero.
Manos de Henrí Jaquín, el del arca vacía,
sembradoras de versos hasta el último día.