De un día para otro tu seno estacionado
_remanso con hoyuelo_ ha empezado a crecer.
Cien veces me ha sufrido tu pudor agraviado,
y todavía, amiga, no lo puedo creer.
Ruidoso como un niño, mi buenhumor contrasta
con tu recogimiento de tímida perdiz;
y con el tono triste de tu reserva casta,
ruidosa como un niño, mi palabra feliz.
Así, mientras me pides con humilde protesta
para el secreto mutuo mayor intimidad,
yo quisiera vestirme con mi traje de fiesta
y salir a contarlo por toda la ciudad.