Sin decidirte por el tuyo, suave,
ni por éste, tan dísono, que llevo,
alzaste al cielo tu mirada grave
como buscando en él un nombre nuevo.
Y suplicaste: _Quiero un nombre luz
que te recuerde ¡oh cielo! en su eufonía; (*)
uno más transparente que Jesús,
y que José, y que Marta, y que María.
Y estando él para llegar al mundo,
no hemos hallado el nombre todavía;
sólo sabemos que ha de ser profundo
y claro como el día.
(*) Eufonía: Sonoridad agradable que resulta de la acertada combinación de los elementos acústicos de las palabras. (N del E)