Viaje a la presidencia (*)
“Dios, el mar, el pensamiento”,
y arriba la luna con cuernos.
Esto que te cuento
me lo contó Sarmiento.
Yo te lo digo en verso,
porque en el mar hay potrillitos negros,
y hay ángeles en el cielo,
y el barco es un caballo que vuelve ligero,
y los peces saltan como saltan los perros.
La estrella polar está en el firmamento
y está la Cruz del Sur con sus cuatro luceros.
En las islas se ven los pueblos.
Con palmeras se abanican el sueño.
Si tienen un volcán se parece a un sombrero.
Hay negritos que se chupan el dedo.
Tienen alas _me dice Sarmiento_.
Me dice: “Son angelitos negros”.
En decirlo fue sin duda el primero.
De pronto se ve un peñón desierto
que juega con el mar, que le revuelve el pelo.
No tiene nombre; no es de nadie; es del viento.
Se alzan los brazos del viajero.
_Salud, peñón sin dueño.
_Salud, señor Sarmiento.
Y se zambulle entero.
Ahora viene una niña. Es el ensueño.
Es el amor. Trae un cuaderno.
Trae en la boca unos versos.
La mira escribir Sarmiento.
Siente el dolor de no saber hacerlos.
Dice que lleva una paloma adentro.
Y hay un momento
que el hombre no tiene sombra, que el cuerpo
se libera del suelo,
que es de sol entero.
“¡Llévame así, oh sol, a mi pueblo!”.
Veintiún cañonazos desparraman su trueno.
La luna está en el cielo
otra vez con sus cuernos.
Se ve la patria, el suelo.
Viene la bandera; vienen los granaderos;
vienen también los muertos.
Está llorando Sarmiento.
(*) Sarmiento estaba en los Estados Unidos cuando fue elegido presidente de la República. El 23 de julio de 1868 sale de New York para Buenos Aires. En sus impresiones de viaje lo registra todo: el hombre, la fauna marina, la flora, la Isla de Nadie (“¿Qué fuerza es que ha de ser de alguien?”), el meridiano de St. Thomas (“Parado al sol no tengo sombra”), los angelitos negros de Pará (“Angelitos negros, desnudos, mamoncitos, ¿por qué no?”), los versos… No es cierto que Sarmiento desdeñara la poesía. En carta a Juan María Gutiérrez (**) habla elogiosamente de Mármol (***). Lleva fecha 1º de marzo de 1846. Y en carta dirigida al propio poeta, del 12 de abril de 1849, confiesa lo siguiente: “En mis Viajes me propuse incomodar a todos los poetas, con quienes estoy peleado, por pura envidia”. La paloma, la paz, los cañonazos, la tierra natal, el pueblo. (N del A)
(**) Juan María Gutiérrez: (Buenos aires 1809 – Buenos Aires 1878). Investigador de la historia, crítico literario, novelista, poeta, antologista, polemista, narrador, erudito, bibliófilo, hombre de letras al fin; funcionario, ministro, constituyente, diputado, Rector de la Universidad de Buenos Aires, Presidente del Consejo de Instrucción Pública, Jefe del Departamento de Escuelas, hombre público en diversas facetas, Juan María Gutiérrez es considerado uno de los más grandes promotores de la cultura argentina desde los comienzos de la Nación y durante buena parte del siglo XIX. (N del E)
(***) Mármol, José (Buenos aires 1818 – Buenos Aires 1871). Escritor y político argentino, descolló sobre los poetas de su tendencia, significándose como el de más fuerza expresiva y cuerda más variada. Su misma vida le dio los temas y vivió tan intensamente, que sus obras desbordan apasionamiento. Senador en la provincia de Buenos Aires, y luego diputado nacional, ministro plenipotenciario en el Brasil. Fue, a partir de 1868, director de la Biblioteca Nacional. (N del E)