Carta a Carlos Carlino (1)
Esperanza, 10 de diciembre de 1966
Querido Carlitos:
Días atrás recibí tu cable, que dice poco y mucho a la vez. Buscando un símil, te veo como esos repartidores de pasto fresco de nuestro tiempo de muchachos, que iban descargando su alfalfa de puerta en puerta; pero que a veces se paraban a tomar una copa, y se olvidaban de la carga, que quedaba en la calle con su fragancia y sus mariposas. Adivino todo lo que tenés que decirme. No hace falta que me lo contés. Tu aventura y la mía han sido iguales. Vamos para viejos, y ya nos quedan pocas ganas de ir dejando brazadas de hierbas en las casas de los demás. El oficio de pastero ha sido siempre pasar hambre: nadie paga las cuentas; nadie ve las mariposas ni sabe apreciar la frescura del pasto. Entonces uno dice: «que salgan ellos con la guadaña que j…» Ése es tu estado de ánimo…; pero yo no soy un consumidor cualquiera; no tengo vaca, ni conejos, ni gallinas siquiera. Y necesito tu pasto verde. Para meter mi cabeza adentro, para revolcarme en él.
Aquí pasa Elena y me dice que estoy sonriéndome mientras te escribo. Sacá la consecuencia: hay que escribir, hay que decir las cosas, para no morirse de pena o de aburrimiento. De modo que a ese tallito de alfalfa que me mandás, lo retribuyo con una horquillada, tan grande, que no vas a poder abrir la puerta de tu departamento.
(Alfalfa verde y linda): «Colmegna» va a hacer una nueva edición de Gracia Plena –la sexta−. Firmé un contrato, en virtud del cual tiene que pagarme $20.000 por mes, hasta que se acaben los llamados «derechos de autor» (unos $ 125.000). A la firma del contrato me hicieron la primera entrega. ¡La plata me duró cuatro días! (separá esta planta de ortiga, que va mezclada al pasto verde). Otra: La Biblioteca Vigil, de Rosario, tanto j… que me hizo firmar un cotrato para una edición de mis obras completas (unos 400 poemas; no todos), que irán en dos tomos de 500 páginas y que tendrán un apéndice con eso que se llama «currículum» (las macanas que han escrito de uno). No sé cómo he salido con vida de esta tremenda tarea. Hace una semana que entregué el trabajo. Elena me dijo que tenía la cara de un resucitado. Hice sufrir a toda mi familia mientras luchaba a brazo partido con los poemas y los juicios críticos. Finalmente salí al limpio, que importaba recibir la paga convenida (el saldo $ 75.000) y me encontré con que el colchón no tenía lana. La pobre gente de la Vigil está pasando un mal momento en razón de que al llamado «operativo bancario de cooperativas» le han cortado la cabeza. Están buscando la plata, pero no la encuentran (más ortiga en el montón de alfalfa), ¡y yo con las maletas listas para viajar a Mar del Plata! Para peor, el gobierno no ha pagado la jubilación ni el aguinaldo de Diciembre a los que cobramos en el Banco de la Nación, ni dice cuando lo hará. Así que estoy seco de toda sequedad, y con deuda documentada del departamento, que tengo que pagar religiosamente, mes por mes. ¿Cuál será la mejor forma de quitarse el «fiá» (así le llamaba mi pobre viejo a eso que se conoce por respiración); meter el pescuezo en una soga o cortarse románticamente las venas?
Como ves, la ración de alfalfa que te dejo en la puerta tiene bastante «mío-mío» y otros yuyos que producen la muerte o que dan urticaria.
Pero me siento desahogado. Hacé lo mismo conmigo, Carlitos; sacáte ese peso que te agobia: tiráme una brazada de tus cosas por sobre el tapial, así se me envenene algún bicho del corral…
¡Ah! Todo no ha sido penuria. al revisar papeles me encontré con muchas cartas tuyas, que releí con placer, y con otras que tenía trascordadas, de otros muchos amigos muy queridos. Cartas, ¡algunas de cuarenta años atrás! Hasta dí con un editorial (sí, un editorial) de octubre de 1923, del diario «El Litoral», donde hablan del poeta «de la vecina y progresista villa de Esperanza», a quién el gobierno o las entidades de cultura debieran estimular, «para que esa luz que acaba de prenderse no se apague… etc. etc.». En el artículo (¡cómo se escribía por aquel entonces!) hablan del Papa Alejandro, que le perdonaba a Cellini(2) sus crímenes sólo por haber hecho magníficas obras de arte, y también citan a no sé qué filósofo…; todo para referirse a un poeta de tierra adentro (que lo único que quería es que lo dejaran tranquilo).
¿Y que tal tu Silvia, y tu hijo, el principito? Aquí lo tenemos siempre al hijo mayor de Ana María, con su cara y color de América, como un rehén. Ana María estuvo en EE.UU., becada y contratada, y ahora está de regreso en Guatemala, dictando inglés y otras materias. Están bien allá.
Por nuestro árbol genealógico pasó la guadaña. Es menos de seis meses murieron tres de mis hermanas: Carolina (que estaba en España), Antonia y Catalina. Queda, de mi familia, una sola mujer y cuatro hermanos varones. Se están cayendo los árboles.
¡Y basta!
Un gran abrazo
José Pedroni
¿Sabés que Z.G. «se prendió» y ahora está por España, hurgando archivos? Lo merece. Pero es vivo, ¿eh?
(1) Carlos Carlino: (1910-1982) Poeta y dramaturgo santafecino. Autor de "Poemas de la tierra", "Poemas con labradores", "La voz y la estrella" y "Poesía Litoral" entre otros. (N del E)
(2) Cellini, Benvenuto (1500 – 1571) Escultor florentino autor de numerosas obras de arte para el Vaticano, Reyes y nobles de su época. (N del E)