Cosas
Cuánto me gusta este buen día urbano
en que me das el brazo entre la gente
y te llevo y me llevas dulcemente
con un niño tomado de la mano.
Te gustan las vidrieras y sus flores.
Tú eres muy bella, y está bien.
Yo me detengo allí donde se ven
en las alturas los trabajadores.
Allí donde se oye la voz fiera
del hombre encaramado,
que tiene su mujer: paso callado;
que tiene su dolor: mujer que espera.
Mira aquel constructor; mira su frío
transitar por la muerte.
Mira aquel sobre el muro, hermoso, fuerte.
Desde allí se ve el río.
Ah, cuán hermosa es
en la mano del hombre la herramienta:
pala sonora, horquilla, hacha sangrienta,
memorables las tres.
Perfectas son tus flores; tu amormío, (*)
tu rosa, tu clavel.
Bella es tu flor y bello mi nivel.
Todo tu mundo es bello como el mío.
Ha caído una estrella y suelda el riel,
mientras mira el gentío.
Arrodillado, con mi ángel fiel,
cuida la estrella el soldador del río.
(*) Amormío: Flores blancas y poco perfumadas de la planta perenne del mismo nombre. (N del E)