Plancha
Tenía algo de barco viajero y carbonero.
Viajaba de la mano de un ángel timonero.
El mar era una mesa. La mesa era de pino.
Las olas eran blancas o de un azul marino.
Un humo dulce a echaba por el cielo.
No parecía humo. Más bien, un pañuelo.
Era cuando esperaba, cuando por mar o río
llevaba el sueño a bordo por el país del frío.
Qué sola aquella plancha, viajera y carbonera,
que calentó los pies del ángel de la espera.
No se cansaba nunca de viajar. Pero un día
perdióse en su neblina. Vimos que no volvía.
Dejó estampada a fuego su sombra protectora.
Está en la mesa grande donde se come y llora.