Metro
Fue tomado de la naturaleza.
Pudo tomarse del hombre mismo;
del ademán del sembrador que avanza
o de su paso rítmico.
Lo tienes tu y lo tengo yo.
Cada uno lo lleva consigo.
El metro va del corazón
al extremo del brazo extendido.
Es la medida del amor,
puesta una mano en el latido
y la otra arrojando por el aire
el puñado de trigo.
Guardado está en París
el prototipo de platino.
Me gustaría verlo
en su caja, dormido.
De París, por el mundo,
todas las copias han salido.
Mi metro es de abedul,
de color amarillo.
Con él mido mi mesa de trabajo
madera y suspiro,
cuando el tiempo no pasa para mí;
cuando te has ido.
Rayitas de mi metro, altas y bajas,
marcan dolor y olvido.
Allí están mis pesares hasta mil,
los grandes y los mínimos.