He aquí que un secreto debe morir conmigo,
pues no puedo contarlo ni a mi mejor amigo.
Cosas menores dije para buscar consejo.
Se las conté al más joven, se las confié al más viejo.
Y supe el mismo día que en diferentes modos
aquellas cosas tristes las comentaban todos.
Me sobrevino angustia, sufrí persecución.
Hasta que al fin me dije: _Ciérrate, corazón.
Y tardándose adentro, pues la quería abierta,
oí a mi corazón que clavaba su puerta.
Aquella misma noche, con mi dinero escaso,
por el primer camino me fui con mi fracaso.
Anduve mucho tiempo, conocí a muchos hombres,
pasé por muchos pueblos sin preguntar sus nombres.
Comí lo que me dieron o no comí. Tampoco
dormí todos los días; lo hice de poco en poco.
Y no supe de perro que con colmillo agudo
no mordiera de paso mi calcañar desnudo. (*)
Y fue tal mi pobreza, mi soledad, mi daño,
que no sé cuantos años envejecí en un año.
Después volví a mi pueblo, y he aquí que la gente
vino por mis palabras, inesperadamente.
Entre los que llegaban reconocí, perplejo,
las dos caras amigas que me dieron consejo.
Brilló el enojo entonces en mi mirada muerta,
y apostrofé a la gente detenida en mi puerta:
_Hombres de poca fe: no me pidáis que os diga
nada de lo que he visto, nada de mi fatiga.
Sellado está el secreto que me pedís que os abra.
Como una vestidura desgarré mi palabra.
Idos de mi presencia, que todo lo que sé
quemado está en mis labios, hombres de poca fe.
Y cuando de mi puerta se fue la muchedumbre,
grité a mi corazón caído en pesadumbre:
_Quiébrate como un brazo, vuélvete una madeja,
herrúmbrate en tu polvo, como moneda vieja.
Aunque el castigo santo la muchedumbre pida
y abominado seas como de fe torcida.
No importa que en silencio te escarbe la amargura,
como el gusano adentro de la madera dura.
No importa que te ignoren como al humilde grillo
que obscuramente vive debajo del ladrillo.
Mientras a toda hora la numerosa gente
sobre el ladrillo pasa precipitadamente.
No importa; vive solo, que es tu mejor amigo
este secreto triste que ha de morir contigo.
(*) Calcañar: Talón del pie. (N del E)