El corazón del hombre, que se parece al nido,
en el hueco más hondo puede estar escondido.
Pero también, amigos, en su espinillo enano,
con todo lo que tiene puede darse en la mano.
En la cima rocosa suele estar o en el suelo.
El nido de perdiz no es como el de mochuelo. (*)
A qué decir, entonces, si no se cumple nunca:
_He aquí, ¡oh amigos! que mi palabra es trunca.
A qué negar, entonces, lo que será entregado
y hacer filosofía del corazón callado.
Si escrito está que sea de todos conocido
mi corazón abierto que se parece al nido.
(*) Mochuelo: Lechuza pequeña de unos veinte cm. de porte. (N del E)