Tu retrato es la virgen de la casa:
consuela, anima, reconviene, implora;
sonríe a todo buen humor que pasa
y detiene a quien llora.
Nada más vivo en su dulzura inerte:
nombra en silencio y en silencio toca.
Toda mala palabra que lo advierte
se cae de la boca.
Con su presencia el comedor añoso,
_mesa de pino y banco y alacena_
añora a Marta, y con su pelo undoso, (1)
a María, sin pena. (2)
Presencia a cuyo influjo el jarro pierde
sobre el mantel con primitivo encanto,
y se desmiga el pan cuando se muerde,
como si fuera santo.
Suave presencia que por bien querida
con sayo y toca de otra edad me viste,
y me tiene durante la comida
dulce, callado, triste.
Madre: ¡cómo me miras, cómo me amas,
cómo con tu sonrisa me coronas,
cómo sufres por mí, cómo me llamas
y cómo me perdonas!
Tengo tu boca: doloroso nido;
tus cejas de ilusión: alas en vuelo;
tu pensamiento: pájaro perdido,
y tu mirada: cielo.
Tengo tanto de ti que en ti me siento.
¿Me es dado acaso, contemplarte cuando,
como en la rama que ya pide el viento,
yo estaba en ti esperando?
Pero junto a lo tuyo, que es divino,
tengo el ardor y el ímpetu y la herida
del hombre duro que te dio el destino
para toda la vida.
Y es como piedra en el camino franco,
fuego trepado en el florido aromo,
venas rojizas en el pino blanco
y halcón en el palomo.
Madre que estás en mi como la brisa,
como el agua cordial, como la sombra;
madre: lágrima, beso, flor, sonrisa
y lo que no se nombra.
Madre, no me abandones un momento,
y tú, padre tenaz, déjame un poco.
Madre: mi cielo azul; padre: mi viento,
y yo un pájaro loco.
(1) Undoso: Que se mueve haciendo olas. (N del E)
(2) Marta y María: naturales de Betania (aldea cercana a Jerusalen) y hermanas de Lázaro. En su casa se hospedó Jesús al menos en tres ocasiones. Aparecen en el nuevo testamento Bíblico en los evangelios de Juan y Lucas. (N del E)