1
Me senté en mi rústico umbral empolvado
donde el sol se acuesta todas la mañanas,
y con ojos tristes estuve mirando
la sed arenosa de la calle larga.
A merced del viento caluroso y tardo
vino de muy lejos una nube baja,
y su sombra fresca fue un niño descalzo
que pasó corriendo por la calle larga.
Oh, sombra del cielo, llegada del campo,
yo soy en el pueblo tu hermano sin alas.
Oh, sombra _le dije_, quisiera ser pájaro
y seguirte en vuelo por tierra y por agua.
Pero sin oírme, señora de paso,
la sombra no supo contestarme nada.
El sol la seguía luminoso y rápido.
El sol la seguía sin poder borrarla.
2
Con alfalfa verde regresó del campo
un carretoncillo de ruidosa marcha,
y asida a su cola cortada de palo
venía la cola de su misma carga.
Mi perro corneta que salió ladrando,
alcanzó la sombra, fresca como el agua,
y trotando en ella fue siguiendo al carro
bulliciosamente por la calle larga.
Y me dije a solas: Si me fuera dado
cambiar mi figura, conservar el alma,
sombra ya sería de un pequeño carro,
de un carrito viejo vendedor de alfalfa.
3
En la vieja quinta del vecino un árbol
todo el sol de pronto recibe en la espalda,
y su fina sombra como fino brazo
del ser de la hierba trepa por la tapia.
Ya cruza la calle, pisada de carros;
ya llega a mi puerta, donde estás sentada;
se mete en mi pelo como un aire blando;
se sube a tus manos, y sientes el agua.
Y así es que te digo: destino del álamo
que Dios me reserve, después que me vaya;
destino de sombra por años y años,
si aún en la puerta me esperas sentada.
4
El molino nuevo de los hortelanos
con la rueda al viento se llenaba de agua,
y su sombra, en medio del camino andado,
jugando en la tierra se transfiguraba.
Un muchacho vino del lado del campo;
del lado del río llegó una muchacha.
Yo también miraba con ellos al cabo
los mariposeos de la rueda falsa
Y pensé: Quisiera, más que un nombre extraño,
ser la margarita de una rueda alada,
y jugar mi sombra ligero y despacio
para que los niños a mirarme salgan.
5
Cuando por el cielo pasaba en su ganso,
quién sabe hacia dónde, la tarde sin agua,
un buey en el fondo del camino andado
mostróse a los ojos como una pilastra. (1)
Con lodo en el pecho y en el lomo tábanos,
llegó lentamente, la cabeza gacha,
y otro buey de sombra venía a su lado
y en la sombra un hombre con una guadaña.
Y volví a decirme: Si me fuera dado
cambiar de figura, conservar el alma,
sombra compañera del buey solitario
sería por siempre, la sombra que anda.
6
Cuando fue de noche y apuntó en los álamos
la recortadura de la luna baja,
triste por tu ausencia me encerré en mi cuarto,
sacudí mi ropa y encendí mi lámpara.
Y una copa llena, sobre el viejo armario,
donde pongo a veces tu pervinca blanca, (2)
alargó la sombra de su cuerpo claro,
una sombra que era como mi esperanza.
Y exclamé: Mi cuerpo, tierra de mi campo,
será tuyo, ¡oh Tiempo! y hasta mi palabra.
Dime solamente que has de hacerme, en cambio,
un poco de sombra, que vuelve o que pasa.
(1) Pilastra: pilar o columna adosado a un muro o pared. (N del E)
(2) Pervinca: ( o Vinca minor) especie botánica de planta con flor, nativa del centro y sur de Europa. (N del E)